viernes, 2 de enero de 2015

Viento del este.

Los ranchos del Uruguay profundo, donde vive la gente, los que no son turistas, tienen ventanas chiquitas, para estar frescos en verano y calentitos en invierno. Casi ninguna da al Sur. La mayorìa, miran al Norte, desde donde el Sol calienta màs. 

Hay una diferencia entre la idea de un rancho de un poblador permanente y un turista. Este ùltimo quiere ver el paisaje, el mar, las sierras, el horizonte lejano. Aunque sea por 20 dìas. Hace ventanas grandes hacia los cuatro puntos cardinales. 

El que pasa su vida en el campo o la costa, èl mismo es parte del paisaje todo el dìa, no lo añora ni lo busca, vive con èl, no mira por la ventana lo que podrìa tener, porque ya lo tiene. Asì que las ventanas chiquitas estàn bien. 

Pero el Viejo Baldomero, por contra nomàs, hizo el rancho mirando al Este. No pa mirar salir el sol, no, no vayan a creer. Fue pa sentarse abajo e`l alero y sentir el viento en la cara todo el tiempo. Si el viento le acariciaba la oreja derecha, era del Sur o sudestada, peor. En la nariz le anunciaba lluvia. Pero en la frente... en la frente, suavemente.... El viento del Este anuncia buena pesca y èsta andaba faltando. Un buen viento del Este que trajera buena pesca... Y si no, por lo menos mirando al Este era como mirar el futuro. 

Así que a falta de buena pesca, mejor mirar igual al Este de todos modos, pensò. 

El Viejo Baldomero, sentado en un tronquito, se ceba unos mates. 

Un susurro en los oìdos le anuncia viento del Este mientras levanta su frente al horizonte para recibirlo como se merece....

Deja el mate a un costado y se sirve una Velho Barreiro en un vaso turbio. 

Se para, camina unos metros sobre el pasto, entre los caraguatàs, mira a los cuatro puntos cardinales, todos a la vista màs lejana que pueda darse. 

Por el camino polvoriento que viborea en el horizonte, pasa un destartalado coche viejo levantando polvareda, rechinando sonidos de chapas sueltas y tornillos ausentes, con el Sol ponièndose con colores inauditos. 

Màgicamente, la puesta de sol se replica exactamente al Este. Como una imàgen especular en horizontes opuestos, y èl en medio de eso. 

Baldomero levanta los brazos, respira hondo y piensa en voz alta: "!Pero, es que no pasa el tiempo!??"