martes, 24 de febrero de 2015



El "Rocanrol".
El Rocanrol era asì. Alternaba noches de mozo en casamientos y cumpleaños con su funciòn de chofer del Ministerio. Dos por tres caìa por casa a levantar a mi viejo a eso de las 8 y media de la mañana pa llevarlo de apuro a alguna reuniòn importante allà por el 68, 70.... Si sonaba el timbre a las 8 y media de la mañana en fija era el Rocanrol. No me acuerdo de su nombre, pa mì fue y serà siempre el Rocanrol. Se aparecìa entonces a eso de las ocho y media masomenos, y masomenos bien trajeado, digamos. Y siempre alegre, con una gran sonrisa para compartir porque le sobraba sonrisa y dientes. Mi viejo dejaba el mate en custodia con mi vieja y bien trajeado tambièn, bajaba las escaleras con paso pesado al encuentro del Rocanrol y de la cascoteada Peugeot 403. Entre el timbre y el momento en que bajaba mi viejo pa emprender un nuevo dìa de laburo, mediaban unos diez minutos que yo aprovechaba pa conversar con tan singular personaje, el Rocanrol. Bien trajeado pero con singularidades dignas de mencionar. La corbata sin anudar, el cinturòn con la hebilla a la izquierda del pantalòn, entre la segunda y la tercera presilla. Pa colmo, los cordones de los zapatos enhebrados desde la "lengua" a la punta, con una prolija moña. Me pasè dìas y dìas pensando còmo hacer pa preguntarle el por què de tan singulares signos. Un dìa de esos se apareciò con un traje claro y a rayas. Inmediatamente me pareciò conocido. Me dijo: "!¿Què tal me queda? Me lo regalò tu viejo"! "Te queda espectacular Roca, còmo pa vò!" le respondì. Y ahì nomàs le zampè mi pregunta: "Vo, por què no te terminàs de anudar la corbata?". "¿Por què usàs la hebilla del cinturòn a la izquierda en vez de al centro de la barriga como todo el mundo?" " Y los zapatos?!". Su respuesta fuè instantànea: ".... "!Contra el Gobierno!!!". El Roca, como acostumbraban llamarlo, era un tipo que la tenìa clara. Y si ven en este post los acentos torcidos pa la izquierda, no es casualidà.....

sábado, 14 de febrero de 2015

Mosquito hijodeputa.

Me acaba de picar un mosquito transgénico, fruto de la infame unión nupcial de sus padres, que pusieron huevos en el balde donde toman agua mis perros, agua de OSE, la cual provocó en los huevos una horrible mutación que entre otras cosas tuvo como efecto el nacimiento de sus mosquitos hijos, que desarrollaron la extraordinaria habilidad de no zumbar, razón por la cuál mi avezado oído de músico no puede advertir sus evoluciones aéreas intentando vulnerar las partes de mi piel descubiertas, no pudiéndo así eliminarlos por percusión con un rápido cachetazo como hacía antes, debido a lo cuál, resulto víctima fácil y nutricia para las hembras mosquito de esta índole, ya que como todo el mundo sabe son las hembras las que pican..... hasta la próxima mutación... ojo... vamo a tener que dormir con sábanas de lata vamo a tené....... PD: El perro me está mirando raro......

domingo, 1 de febrero de 2015

Recuerdo de gurí.
 
Cuando era un gurì de apenas 11 años, fui a mi primer campamento con los Boy Scouts católicos. Al Arequita, a la ribera del Santa Lucía. 

En los días previos a la partida, una ajetreada mamá que tuve y extraño tanto, cosió cuatro frazadas viejas con hilo de cometa, finitas y comidas por las polillas, y así me fabricó un calentito sobre de dormir. Después, me llevó a una zapatería de Sayago donde me compró un par de botines nuevitos de cuero grueso y suela clavada, de esos a los que se le salían las puntas de las tachuelas pal lado de adentro (todavía me duele). Sumado a eso, cargaría yo el día de la partida con una pesada carpita de lona más gruesa que una feta de mortadela y más pesada que un cajón lleno de diarios viejos y mojados, cuatro "buzos" de lana llenos de pelotillas que habían sido de mi primo más grande que yo y algunas cosas más, y eso sí, un precioso cuchillo de monte de Casa Schiavo que me regaló a último momento, ya subiendo al viejo vagón de madera que vibraba con el bullicio de veinticinco gurises como yo. 

Mi vieja se había criado en el monte paraguayo y  sabía muchas cosas. Siempre me animó a no tenerle miedo a nada, a escuchar el silencio, a conversar con los bichos y las plantas. 

Yo sentía que estaba partiendo a una misión de mucha importancia. 

"Nunca tengas tengas miedo de nada", me decía siempre. 

Sonó el pito, la campana y la bocina de la vieja locomotora, en ese órden, y tembló la vieja Estación Artigas. 

Mi vieja sonreía y me hacía adiós con la mano. 

De repente, abrió los ojos sobresaltada como si hubiera olvidado decirme algo, y me gritó, sin dejar de agitar su mano:

"!Si tenés que tomar agua del  río, echale primero un buen chorro de jugo de limón.........!!"